Ricitos de oro: un cuento clásico infantil

Había una vez una niña llamada Ricitos de Oro que vivía en un bosque muy bonito. Un día, mientras paseaba, encontró una casa que parecía vacía. La puerta estaba abierta y Ricitos de Oro entró para echar un vistazo.

 

Mientras miraba alrededor, vio tres tazas de sopa en la mesa. La primera taza era muy grande, la segunda taza era mediana y la tercera taza era muy pequeña. Ricitos de Oro decidió probar la sopa de la taza grande.

 

–Ay, está demasiado caliente –dijo Ricitos de Oro.

 

Luego probó la sopa de la taza mediana.

 

–Está demasiado fría –dijo Ricitos de Oro.

 

Finalmente, probó la sopa de la taza pequeña.

 

–¡Esta sopa es perfecta! –exclamó Ricitos de Oro, y se la bebió toda.

 

Después de probar la sopa, Ricitos de Oro vio tres sillas. La primera silla era muy grande, la segunda silla era mediana y la tercera silla era muy pequeña. Ricitos de Oro decidió probar la silla grande.

 

–Oh, es demasiado dura –dijo Ricitos de Oro.

 

Luego probó la silla mediana.

 

–Es demasiado suave –dijo Ricitos de Oro.

 

Finalmente, se sentó en la silla pequeña.

 

–¡Esta silla es perfecta! –exclamó Ricitos de Oro, pero la silla se rompió y ella cayó al suelo.

 

Después de sentarse en las sillas, Ricitos de Oro vio tres camas. La primera cama era muy grande, la segunda cama era mediana y la tercera cama era muy pequeña. Ricitos de Oro decidió probar la cama grande.

 

–Es demasiado dura –dijo Ricitos de Oro.

 

Luego probó la cama mediana.

 

–Es demasiado suave –dijo Ricitos de Oro.

 

Finalmente, se acostó en la cama pequeña.

 

–¡Esta cama es perfecta! –exclamó Ricitos de Oro, y se quedó dormida.

 

Mientras Ricitos de Oro dormía, llegaron los propietarios de la casa, tres osos. El oso grande dijo:

 

–¿Quién ha provado mi sopa?

 

El oso mediano dijo:

 

–¿Quién ha provado mi sopa?

 

Y el oso pequeño dijo:

 

–¿Quién se ha comido toda mi sopa?".

 

Luego, el oso grande dijo:

 

–¿Quién ha estado en mi silla?

 

El oso mediano dijo:

 

–¿Quién ha estado en mi silla?

 

Y el oso pequeño dijo:

 

–¿Quién ha roto mi silla?

 

Finalmente, el oso grande dijo:

 

–¿Quién ha estado en mi cama?

 

El oso mediano dijo:

 

–¿Quién ha estado en mi cama?

 

Y el oso pequeño dijo:

 

–¿Quién está durmiendo en mi cama?

 

Cuando Ricitos de Oro se despertó y vio a los tres osos, se asustó mucho y saltó de la cama. Corrió hacia la puerta y salió corriendo de la casa.

 

Los osos no la siguieron, pero Ricitos de Oro se dio cuenta de que había sido imprudente al entrar en la casa sin permiso. Se sintió muy arrepentida y decidió no hacerlo de nuevo.

 

Desde entonces, Ricitos de Oro aprendió a ser más cuidadosa y a respetar la propiedad de los demás. Y los osos aprendieron a cerrar la puerta de su casa para evitar que los extraños entraran y se comieran su sopa, se sentaran en sus sillas y durmieran en sus camas.

 

Fin